Mario Barbieri:»La construcción de una realidad oficial a partir de un relato manipulador»

DARNOS CUENTA
LA CONSTRUCCION DE UNA REALIDAD OFICIAL A PARTIR DE UN RELATO MANIPULADOR
En la reciente inauguración de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación, la Presidenta Cristina Fernández hizo un repaso de cuestiones de Estado, y abordó diferentes tópicos respecto de la marcha de la economía, siempre desde la particular perspectiva de su Gobierno. No hubo novedades al respecto. Una enumeración de supuestos logros de lo que denominan “el modelo”.
Paradójicamente en su alocución, no hizo referencia al mayor problema que hoy lo aqueja: la inflación. Convertida en uno de los temas centrales de la discusión económica argentina fue groseramente eludida. Quizá no hizo referencia a la misma porque probablemente desconoce los factores que la determinan, y las consecuencias que genera.
Debió admitir, con la responsabilidad que supone un Jefe de Estado, que existe este grave problema, y que una de sus causas más elocuentes es el nivel de emisión del Banco Central para financiar el Tesoro.
Tampoco explicó la relación evidente del aumento de la recaudación impositiva, que tanto la llena de orgullo, con el incesante aumento de precios. Ese incremento está más asociado al alza de precios que al crecimiento genuino de nuestra economía.
No explicó la Presidenta sobre la depreciación del ahorro en la Argentina, donde se produce la desopilante relación de tasas de interés del 11% con una inflación del 30%. Es el irreversible camino del deterioro de nuestra moneda.
La desaparición del superávit fiscal tampoco fue tenido en cuenta en el discurso. Hoy el Tesoro está en rojo a raíz del extraordinario aumento del gasto.
Respecto del direccionamiento de los préstamos bancarios, tema sobre el que adujo no contar el BCRA con la suficiente información, se debe decir en primer término, que cualquier colaborador con mínimos conocimientos económicos podría haberle suministrado esa información, y en segundo lugar, que la respuesta es bastante sencilla y conocida por todos: la mayoría de los préstamos bancarios de la Banca Oficial (Banco Nación y bancas provinciales) son dirigidos al propio sector público. Otro síntoma que pone en serias dudas la robustez del “modelo económico”.
No habló tampoco sobre el tipo de cambio competitivo para sostener un proyecto industrial y productivo. No se percibe que la relación existente al día de hoy, es la de la convertibilidad de los noventa. Y que para remediar acuden a la grotesca política del Secretario de Comercio Interior, intentando desesperadamente, y a veces con medidas del absurdo, mantener la balanza comercial.
Al respecto se debe decir, que se prevé para este año una caída del superávit comercial del orden de los 8000 mil millones. Se desmiente con contundencia el éxito del plan de sustitución de importaciones.
También omitió mencionar la Presidenta, la fenomenal fuga de capitales. Mucho menos hizo referencia a como generar políticas que alienten la inversión, a partir de la confianza en el país, sus instituciones, y el respeto por sus contratos. No se tiene en cuenta que la inversión es una condición esencial para la generación de trabajo genuino, y real fortalecimiento del sistema económico.
Párrafo aparte merece el tratamiento que una vez más le prodigó al sector agropecuario. Con total liviandad mencionó que el agro solo aporta el 2,8% de los tributos nacionales. Olvidó decir, que además de las retenciones, el sector paga entre otros, el impuesto a los combustibles, el impuesto a las ganancias, el impuesto a los bienes personales, el IVA, el impuesto a la ganancia mínima presunta, el impuesto al cheque, las contribuciones provinciales y municipales. Si hubiera reparado en ellos habría advertido la enorme presión tributaria que existe sobre quienes producen en la Argentina, y de ninguna manera podría afirmar que el campo solo hace un pequeño aporte a la economía nacional. Otra vez la obcecación política, por encima de la realidad.
Ese nivel de coerción tributaria requiere una urgente reforma. ¿Se halla sentido común al hablar de distribución de la riqueza cuando, por ejemplo, el Impuesto a la Ganancias posee un mínimo no imponible desvirtuado por la inflación que convierte en sujetos del tributo a cientos de miles de trabajadores. ¿Tanta ganancia tienen esos trabajadores que es necesario arrebatarles un porcentual de sus ingresos?
Finalmente se debe decir que la Presidenta tampoco habló de políticas educativas, de salud, culturales o deportivas.
En síntesis se refirió solo a aquello con lo que se siente cómoda al hablar. Un sinfín de dudosos indicadores, la mayoría desvirtuados, matizados con trozos del relato epopéyico al que nos tiene acostumbrado su dialéctica y la de su Gobierno. El mundo del enunciado. La realidad de las palabras creadas. Ninguna real articulación del discurso con los problemas palpables de la Nación. Y una acechanza: la confirmación de que el no reconocimiento de las dificultades nos aleja cada vez más de sus soluciones.
Reflexionar es el arte de encontrar caminos hacia la resolución de los problemas. Es aprender sobre lo que desconocemos. Es humildad para entender el aporte del otro. Es mesura en el uso de la palabra. Es entendimiento.
Reflexionemos. Encontremos el proyecto colectivo concreto, no el dialectico; busquemos la verdadera inclusión social, no la trama mentirosa de la asistencia; y finalmente, desprendámonos del simple crecimiento, inequitativo y desordenado, para construir el real desarrollo económico.
Barbieri, escucha nuevamente el discurso de la presidenta, creo que en tu gestion de 10 años en san pedro lo harias en 10 minutos…. nada, luz, nada, luz, rotonda…. eeeeee….. luz…eeeee…